No fue la primera vez de Toundra en la ciudad coruñesa. Y, desde luego, esperamos que no sea la última. Anteriormente (concretamente en el verano de 2019) hemos podido disfrutar de ellos sobre los escenarios del Festival Noroeste o encabezando el festival Loro Facu en Miño. Pero esta fue, sin duda, la fecha más íntima y especial que la banda ha podido ofrecer hasta la fecha tanto a A Coruña como a su área metropolitana.
La Sala INN es una delicia para un evento de estas características. Un lugar moderno, con una terraza absolutamente espectacular sobre el puerto coruñés y un aforo de más de medio millar de personas que la convierte en una de las más grandes de la ciudad. Todo parece perfecto, hasta que en lo que se supone un concierto underground te encuentras con las cervezas a 5 euros. Un precio que roza lo prohibitivo pero que no pudo deslucir la puesta en escena de la banda de post-rock madrileña.
Sala INN es una delicia para un evento de estas características. Un lugar moderno, con una terraza absolutamente espectacular sobre el puerto coruñés y un aforo de más de medio millar de personas que la convierte en una de las más grandes de la ciudad. Todo parece perfecto, hasta que en lo que se supone un concierto underground te encuentras con las cervezas a 5 euros. Un precio que roza lo prohibitivo pero que no pudo deslucir la puesta en escena de la banda de post-rock madrileña.
Porque Toundra salió al escenario con ese halo de banda sencilla, sin grandes estridencias ni parafernalias que distraigan a ese ya vasto grupo de seguidores que llenan cada sala que el grupo pisa. A Coruña no fue una excepción y, aunque no se vendió todo el papel, lo cierto es que la sala rozaba el lleno para disfrutar de ese rock instrumental tan redondo que Toundra es capaz de ofrecer.
La banda madrileña hizo un repaso por su ya extensa discografía pero no dudó en hacer hincapié en el motivo que los lleva de gira por toda la península: ofrecer en directo y por primera vez los temas de su nuevo álbum, HEX, en un ambiente de absoluta comunión entre grupo y público, rozando lo litúrgico, donde todo parece fluir en una calmada y pausada harmonía solo distorsionada por la frenética energía del guitarrista Esteban Girón sobre el escenario.
Entre el cuidado juego de luces entremezcladas con el humo, la forma en la que las diferentes melodías se encadenan para producir ese ambiente progresivo tan característico y el profundo respeto de un muy heterogéneo grupo de fans de Toundra, transcurrió una noche magnífica de música en directo que ya queda para el recuerdo de todos los allí presentes.